Hope Arts: Críticas

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Lugar: Cantabria, Spain

domingo, octubre 09, 2005

Yo, Robot

YO, ROBOT (I, ROBOT, EEUU 2004, Ciencia Ficción, 120 Minutos)
Dirección:
Alex Proyas.
Guión: Mark Rosenthal, Jeff Vintar, Akiva Goldsman.
Reparto: Will Smith, Bridget Moynahan, James Cromwell, Bruce Greenwood, Chi McBride, Alan Tudyk.
Música: Marco Beltrami.

Valoración: 7/10

Tema recurrente de la ciencia ficción cinematográfica, la rebelión de las máquinas ha sido fuente de inspiración para una legión de directores que han argumentado, con distinto acierto, el temor latente del ser humano por verse superado por su propia creación. Películas de acción futurista con la premisa como base han llenado nuestros cines, creando una tradición fílmica que, augurando un tenebroso futuro para la humanidad, provee de entretenimiento a muchedumbres de espectadores y garantiza éxitos comerciales difíciles de igualar.

Películas como Matrix, Terminator y la propia Yo, Robot, han derrochado efectos especiales para mostrarnos su particular visión de un futuro desolador para los humanos, arrasados en el terreno militar por criaturas cibernéticas. En la mayoría de películas que han tratado el tema, esa ha sido la preocupación principal: que un organismo mecánico, que sigue unas pautas de comportamiento tan avanzadas como para tomar sus propias decisiones, escapara al control de su amo y le destrozara sin piedad.

Sin embargo han sido pocas las películas que han visto en esta atractiva premisa una firme base para analizar al creador a través del estudio de su obra. ¿Acaso no sería más desalentador que una máquina, un cúmulo de cables, circuitos y metal, que está programada para asemejarse a un una persona, fuera más humano que su propio hacedor? ¿Qué sería entonces el alma? ¿Un casi infinito número de directrices eléctricas que nos llevan a sentir, a conmovernos, a sufrir?

Sin duda la película que mejor ha sabido tocar el tema desde ese enfoque ha sido Blade Runner, obra maestra del cine que cuenta con menos de un cuarto de siglo de vida. Ridley Scott supo alejarse de los cánones de la ciencia ficción y del propio libro de Phillip K. Dick para analizar profundamente la condición humana desde una fábula futurista, que marcó época gracias a su diseño y ambientación y que contaba además con una magnífica banda sonora obra de Vangelis. Scott se supo apoyar en puntuales escenas de acción para mostrar al público el ansia vital de los Replicantes, máquinas conmovedoramente humanas, que desarrollaban emociones como la ira, el temor a la muerte o el amor.

Yo, Robot camina, con equilibrio de funambulista, sobre la fina cuerda que separa las dos visiones de la revolución robótica, situándose cautelosamente en el centro, que según dicen es proveedor de virtud. El paralelismo entre la película y Blade Runner es sorprendente: ambas tienes como protagonista a un agente de policía en persecución de un robot asesino que ha violado las reglas básicas de su funcionamiento y que no duda en mostrar sus inquietantes características humanas.

En Yo, Robot la trama se sustenta en la teoría de las tres pautas elaborada por Isaac Asimov, y que viene a decir a grandes rasgos que un robot debe obedecer a un ser humano, no debe dañarlo y que puede reservarse su derecho a la autoprotección. Lógicamente una ley no puede interferir en otra, por lo que se crea un círculo cerrado que garantiza el bienestar de los seres humanos. Sin embargo, el mayor experto en robótica del mundo es asesinado y el principal sospechoso es uno de su robots.

A grandes rasgos Sonny (que así se llama el supuesto asesino) es un Replicante en desarrollo. Y no sólo en su aspecto antropomórfico carente de piel, sino a su propia “personalidad”. El robot pretende ser en un inicio un inquietante adversario al estilo Hal de 2001 para luego mostrar, a través de diversos diálogos, la profundidad a la que llegan sus “sentimientos”. El efectismo de sus frases es indudable y la expresión de su rostro, tal y como se dice durante un diálogo hábilmente incluido en la película, no tiene otra función que aumentar nuestra sensación de estar frente a un personaje humano. Sin embargo el público puede percatarse sin dificultad que el tratamiento de este aspecto no es todo lo profundo que debería, por lo que el pretencioso camino de la historia del Mesías Robótico se ve lapidado en beneficio de la acción.

Alex Proyas no sólo concede a la película su característica ambientación, sino que conduce al espectador a través de una interesantísima primera hora de temática policíaca, para dar rienda suelta en el momento justo a una acción trepidante marcada por los enfrentamientos entre humanos y máquinas, que son menos cruentos que en otras películas (como Terminator) pero no le van a la zaga en espectacularidad. Proyas se percata del tinte cargado de vacías pretensiones que desde el guión se pretendía dar a la historia, y la lleva sabiamente al camino del entretenimiento de calidad. El australiano es sin duda el mayor factor positivo de Yo, Robot.

Por si eso fuera poco, cuenta como líder de su equipo de actores con el comercial Will Smith, que repite en uno de esos papeles en los que confiesa que hace de sí mismo. El policía al que da vida suma a su odio hacia los robots, un oscuro pasado y una personalidad chulesca, aunque su carisma no tarda en conquistar al público, que no tarda en reír sus gracias y compartir sus avatares. En su compañía, una doctora experta en el comportamiento de las máquinas intentará ayudar al detective en su enrevesado caso. Bridget Moynahan se mete en el papel de una psicóloga autosuficiente y tan fría como las máquinas que fabrica, pero que afortunadamente empieza a albergar dudas acerca de la infalibilidad de su obra. Moynahan hace un trabajo notable y suma un punto más en su propia cruzada que intenta reivindicar que no todas las ex – modelos metidas a actrices tienen su único talento en su privilegiado físico.

Como ya hiciera con el score de la tercera entrega de Terminator, Marco Beltrami tira de su característico repertorio musical para crear una banda sonora meramente ambiental, que cumple con maestría el principal cometido de acompañar las escenas de la película. Ritmos enérgicos combinados con temas de mayor cadencia que acentúan el halo de misterio de la primera hora. Sin embargo se echan en falta la presencia de melodías diferenciables que podían haber dotado a la película de un tema sonoro característico.

O.K.: -La sabia orientación que Alex Proyas ha conferido al guión de la película.
-Los conseguidos efectos especiales.
-La oscura ambientación característica del director australiano.
-La lograda trama detectivesca.

K.O.: -Que no haya podido llegar a ser más que un brillante entretenimiento.


Conclusión: Película recomendable, que no imprescindible, que garantiza un cuidado entretenimiento, pero que puede deja el regustillo de haber llegado a ser mucho más. La sombra de Deckard es aún muy alargada.
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