Hope Arts: Críticas

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Lugar: Cantabria, Spain

domingo, octubre 02, 2005

La Terminal

LA TERMINAL (THE TERMINAL, EEUU 2004, Drama, 125 Minutos)
Dirección:
Steven Spielberg.
Guión: Andrew Niccol, Jeff Nathanson, Sacha Gervasi.
Reparto: Tom Hanks, Catherine Zeta-Jones, Stanley Tucci, Diego Luna, Chi McBride, Zoe Saldana, Eddy Jones, Kumar Pallana, Michel Nouri.
Música: John Williams.

Valoración: 6/10

Para una generación que ha crecido viendo al doctor Jones correr frente a una enorme roca y al profesor Grant huyendo de unos reptiles prehistóricos; que se ha horrorizado con el holocausto nazi y que ha contemplado el terrorífico espectáculo de la guerra en las playas de Normandía, Steven Spielberg es poco menos que un mito, una leyenda, una luz incandescente que cada cierto tiempo ilumina la oscuridad de las salas de cine.

Sin embargo, a pesar de este halo casi divino que algunos colocan a Steven Spielberg, una legión de detractores casi tan numerosa como sus partidarios no duda en criticar continuamente al monarca de Hollywood. Cierto es que parte de estos duros críticos se han subido al carro por puro esnobismo, siguiendo la moda de dañar al que se supone el mejor, en un ansia de ser portadores de una verdad que revele la oculta naturaleza del director a los iletrados en el convulso mundo de la cinematografía.

Otros, de expectativas menos mesiánicas, no han visto inconveniente en ponderar las virtudes del realizador, poseedor de un talento narrativo extraordinario que ha sabido combinar acertadamente con una privilegiada visión comercial. Spielberg tiene en su imaginación su mayor punto a favor, y ha convertido merecidamente su nombre en un icono del entretenimiento. Pero como persona humana que es no llega a ganarse el adjetivo de la perfección, y los más suspicaces han atacado una y otra vez por su punto más débil. Aunque Spielberg ha cargado a sus obras con notables toques de crítica e incluso de pesimismo, el americano siente la necesidad de regalar al público un granito de alegría que le haga tener la sensación de que el mundo no es tan malo como parece, que aún hay gente bondadosa y que tras la tormenta sale el arco iris.

Spielberg repite, tras Atrápame si Puedes, con una tragicomedia moderna que tan buen resultado de público (habitual en su cine) y de crítica le brindó con la película protagonizada por Di Caprio y Hanks. Tom Hanks es ahora el protagonista absoluto de La Terminal, en la que encarna a Víctor Naborsky, un viajero que debido a un golpe de estado en su país de origen, se ve atrapado por cuestiones burocráticas en el aeropuerto de Nueva York. Allí se las tendrá que ingeniar para sobrevivir y buscar una salida a su poco común situación.

A priori lo que todo el mundo se preguntaba es cómo se conseguiría mantener el interés ante la dificultad de contar con un solo escenario, pero afortunadamente se le ha conseguido sacar el mejor partido, creando un gran número de situaciones cotidianas pero chocantes debido a su contexto. Aspectos habituales como comer, dormir o buscar trabajo cobran un especial interés gracias a lo extraordinario de la situación de su protagonista.

Spielberg ha sabido mostrar además la soledad que siente Naborsky entre la enorme multitud de gente que cruza la terminal, comparándolo con los momentos en los que en la calma tras bambalinas del aeropuerto encuentra compañía entre sus particulares amigos. Incluso incide en el tratamiento deshumanizado que la burocracia da a las personas, a las que confiere la misma importancia que a un número, un documento o un formulario.

Se ha decidido encima ceder el peso global de la película a Tom Hanks, que conduce sin dificultades la película por el camino más conveniente, aunque arrastra en demasía la visión que en la mayoría de películas americanas se da de los extranjeros. Naborsky es pobre, despistado, bondadoso hasta la estupidez y su ingenio sólo despierta cuando el hambre acecha. En contra de la desbordante humanidad del viajero, se nos muestra la frialdad del funcionario americano, suspicaz y meticuloso en su trabajo más pendiente, eso sí, de su propia promoción que del bienestar de los que le rodean. Stanley Tucci realiza un trabajo brillante como antítesis de Hanks, creando un villano verosímil de motivaciones lamentablemente habituales.

La pena es que es la tercera en discordia, Catherine Zeta-Jones, la que destroza la película, no por su trabajo (incuestionable) sino por el papel en sí. La galesa trata de sacar lo mejor a la parte que la toca desempeñar, pero su personaje no viene a cuento en la trama, las escenas en las que se ve envuelto son tópicas y de diálogos vacíos y, por si fuera poco, deja una impresión lamentable de las azafatas, a las que tacha continuamente de egoístas busconas ansiosas de sexo incapaces de dar el más mínimo vestigio de amor.

Es en esta parte de la película metida con calzador, donde Spielberg intenta dejar en el público una dulce impresión, demasiado amable y cargada de azúcar. El deseo de conmover se queda esta vez en un pobre intento, ya que para conseguirlo hay que hilar muy fino y el realizador juega muy por debajo de su nivel. El público se huele de inmediato por donde van los tiros y la supuesta historia de amor pierde todo el interés. Todas las buenas impresiones que había dejado la película y el sobresaliente trabajo del director se van al traste en el momento en que se da una inmerecida importancia al romance entre Hanks y Zeta-Jones.

Como es habitual en las películas de Spielberg, es John Williams el encargado de la música. Al igual que su eterno compañero, la composición que realiza es muy semejante a la de su anterior trabajo juntos, Atrápame si Puedes. Williams tira menos del jazz y crea un trabajo notable, pero lejos del nivel que demostró este mismo año con Harry Potter. Muy por debajo del habitual sonido al que nos ha malacostumbrado el genial compositor.

O.K.: -La capacidad narrativa de Spielberg, un nivel por encima de la mayoría.
-El aprovechamiento del escenario y de los ilimitados personajes que lo pueblan.
-El buen trabajo de Hanks y Tucci.
-La escena de “la cabra”, que contrapone el bondadoso altruismo del extranjero con la desconfiada frialdad del americano.
-Que en el fondo sea un relato contra la burocracia deshumanizada, la xenofobia y la soberbia.

K.O.: -El personaje interpretado por Catherine Zeta-Jones, que destroza totalmente la película.
-El exceso de azúcar en una historia de amor no apta para diabéticos.
-Que una y otra vez Spielberg caiga en su habitual error de intentar contentar al público, aún a costa de sacrificar el buen trabajo anterior.

Conclusión: Los más críticos con Steven Spielberg se habrán frotado las manos al contemplar una clara muestra de la peor cara del director, que al no conseguir conferir a la película un tono más crítico y ácido, la llena de tanto caramelo que empalaga. Aún así, una vez más se demuestra que, sin entrar a juzgar el resultado global, el apartado técnico y narrativo es excepcional. Sus próximos trabajos suenan prometedores y sin duda en ellos Spielberg mostrará su auténtica naturaleza: la de una leyenda.
Lée esta y otras críticas en Zona Negativa.