Hope Arts: Críticas

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Lugar: Cantabria, Spain

viernes, septiembre 09, 2005

Van Helsing

VAN HELSING (EEUU 2004, Acción)
Dirección y Guión: Stephen Sommers.
Intérpretes: Hugh Jackman, Kate Beckinsale, Richard Roxburgh, Elena Anaya, Silvia Colloca, Schuler Hensley, Will Kemp, Josie Maran, Kevin J O’Connor.
Música: Alan Silvestri.

Valoración: 4/10


Ya llegó Mayo, mes del cine de palomitas por excelencia, y como cada año nos trae un gran número de películas comerciales de gran presupuesto. Esta temporada Hollywood intenta atraparnos con tres de sus proyectos más ambiciosos: Van Helsing, Troya y El Día de Mañana, que a priori no tendrán dificultades para atar a un gran número de espectadores a la butaca del cine. Para abrir boca el día 7 se estrenó mundialmente Van Helsing, que como ya nos advertía el trailer, es una película de Stephen Sommers

Partamos de un hecho evidente e irrefutable: Stephen Sommers no es un director genial. Ni si quiera es un gran director, ni un buen director. Siendo misericordiosos diremos que Stephen Sommers es un director de cine. Y punto. En sus películas, la narrativa brilla por su ausencia, es errático en los planos, no sabe sacar las mejores interpretaciones de sus actores y acapara presupuestos bestiales.

¿Qué ha hecho triunfar entonces a Stephen Sommers? Una sola cosa: conoce EL SECRETO. Un SECRETO que por extraño que parezca, ha convertido a John Woo en un director admirado, a Michael Bay en un rompedor en taquilla y al propio Stevie en benefactor de 150 millones de dólares para que rodara su Van Helsing.¿Y Cuál es ese SECRETO? Es, como todas las ideas geniales, algo muy sencillo.

Lo primero es coger una idea que todo el mundo ya conozca, un concepto casi universal y familiar, que todo el mundo tenga metido en el fondo de su cabecita. Un concepto como la Momia, el Conde Drácula o Frankenstein. A continuación se coge esa idea, se escribe un guión de plantilla, se le meten efectos especiales por doquier, se contrata a una pareja de guapos actores, se cuida en homenajear a los clásicos del género, se hace un trailer bien guapo con música cañera de fondo, y ya está. Ahora sólo hay que crear un poco de expectación, esperar que la gente pique y a llenarse los bolsillos. ¿No es genial?. Lo es. Y Van Helsing es una clara representación de cómo aplicar EL SECRETO.

Sommers ha secuestrado (no rescatado) del baúl de los recuerdos a Abraham Van Helsing, personaje creado por Bram Stoker en su archiconocida novela Drácula. Como el vampírico Conde ha visto multitud de adaptaciones, nuestro amigo Stevie se decanta por darle el protagonismo a un personaje secundario, pero extremadamente atractivo en el libro. Van Helsing es en la novela, y en la adaptación de Coppola (la mejor y más reciente del clásico, obviando la de Wes Craven por motivos evidentes, seamos serios) un sabio anciano que combate con sus conocimientos y su ingenio al reino de las tinieblas. Para vislumbrar la verdadera naturaleza del personaje, recordemos que fue interpretado por un envejecido Anthony Hopkins, muy alejado del físico y método que muestra Hugh Jackman y cercano a la idea de Stoker.

Y es que por obra y gracia de Stevie, Van Helsing se llama ahora Gabriel y no Abraham. Y es que Gabriel era un ángel, es más comercial y a la hora de escribirlo no tienes que fijarte en dónde meter la hache intercalada; no como Abraham, que no deja de ser un pringado al que Dios gastó una bromilla de mal gusto con aquello de “mata a tu hijo”. Gracias a la originalidad de S.S. Van Helsing ya no es un anciano respetable, sabio, misterioso, inteligente y, de algún modo, aterrador. Gabriel es ahora un joven, musculado, impaciente, armado hasta los dientes y vacío de personalidad y atractivo.

Da la impresión de que la película se basa en una idea que pueda tener un niño de 14 años tras leer el libro: el Van Helsing este mola, pero lleva muy pocas armas y lucha muy poco. Estaría chulo que fuera armado hasta los dientes, con una ballesta, o mejor, una ballesta – ametralladora, y se peleara con el Conde Drácula y con muchos, muchos, muchos más bichos feos como él. Vamos, convertir a Van Helsing en un G.I. Joe.

Una vez demacrado el personaje, sólo queda escribir una historia. O mejor aún, una serie de situaciones. Y es que si en algo Steve es peor que dirigiendo, es sin duda escribiendo. La historia no pasa de ser la tópica trama de tipo duro con oscuro pasado encuentra a chica dura e increíblemente atractiva, con la que al principio se lleva mal, pero de la que sin saber como acaba enamorándose. Juntos deben luchar contra un enemigo muy malo y muy poderoso que tiene una motivación tan novedosa como la de conquistar el mundo. Luego sólo falta el amigo gracioso del héroe, el patético esbirro del malo, el villano bondadoso, el bueno que cae en las garras del mal y un montón más de tópicos que no merece la pena mencionar.

Para intentar cuadrar la historia, nuestro guionista – director – productor, se sirve de continuos trucos carentes de ingenio, tales como el por qué del plan de Drácula, el pasado de Van Helsing, la única forma en la que se puede destruir al Vampiro, la salvación del protagonista y sobre todo, el hecho de que matando al Conde se destruyen a todos los infectados por él. Todo es previsible y la trama se dirige a cada minuto a un pozo cada vez más profundo, del que sólo sabe salir mediante indignos truquillos. Esto es de esperar si tenemos en cuenta que el chico se sacó el guión de Deep Rising de un reportaje del Discovery Channel sobre pulpos abisales.

Un punto a favor de la película, más bien EL punto a favor de la película, es su impacto visual. Si Sommers sabe hacer bien algo es crear planos impactantes, de fondo de pantalla del escritorio del ordenador, de portada de videojuego, de póster. Además se apoya continuamente en unos magníficos efectos especiales creados por ILM (la de George Lucas, sí) y en una fotografía adecuada, capaz de mostrar bellos paisajes y de crear una excepcional ambientación. Además Sommers mantiene un ritmo trepidante, de anuncio de televisión, que no deja en ningún momento que el ojo del espectador se relaje. Van Helsing es un videoclip de acción de dos horas de duración.

Es una lástima que todo el talento de Sommers como director resida en su capacidad para hacer un par de planos chulos por escena y por machacar con un ritmo frenético al público. Bien es cierto que sabe mantener el entretenimiento en todo momento y que en ningún instante la película es aburrida, pero se empeña en repetir planos sin peso narrativo y obvia los más importantes. Todo parece mal montado, como si se hubiera hecho con prisa, se hubiera querido suprimir metraje o como si todo el equipo hubiera perdido interés en el proyecto conforme avanzaba el rodaje.

Al frente del reparto destacan dos nombres: Hugh Jackman y Kate Beckinsale. Jackman repite en el papel de héroe de oscuro pasado, muy semejante al que le diera la fama en X-Men, en la que encarnaba al carismático Lobezno. Sin embargo, resulta asombroso que el australiano, que tardó años en desencasillarse de sus papeles de galán en comedias románticas, haya caído de nuevo en la misma trampa. Jackman no acaba de explotar, y tras haber rechazado papeles en películas del calibre de James Bond, Star Wars e Indiana Jones, apuesta por seguir interpretando personajes de dudoso transfondo. En esta “Van Helsing”, tiene la dificultad añadida de que el guión no da pie para una interpretación aceptable, cosa que sí tenían las dos películas de Synger. De modo que Jackman se acomoda y realiza una interpretación digna de Steven Seagal, con un rostro demasiado impertérrito y muy poco expresivo. A este actor hay que pedirle mucho más, porque puede darlo.

Con Jackman en la nube, todo el peso de la película recae en los frágiles hombros de Kate Beckinsale. Y pasa lo que tiene que pasar: que sus hombros no aguantan. Beckinsale ha dado un giro semejante al de Jackman en su carrera, y se alejado de papeles románticos (Serendipity, Pearl Harbor) para asumir roles de heroína vampírica (Underworld, Van Helsing). Beckinsale cumple, y hace lo que Sommers la encomienda: lucir su belleza con esa ropa de Dominatrix victoriana, mostrar un acento eslavo en la versión original y acompañar al héroe en todas las estupideces que comete. La chica lo intenta, pero es imposible. El peor sin duda es Roxburgh (Drácula), que acentúa el histrionismo paródico de un personaje que se supone, debería ser aterrador. Destacar la presencia de nuestra paisana Elena Anaya. Si bien poco podemos sacar de su interpretación camuflada por el efecto visual y la carencia de diálogos inteligentes, cabe resaltar que haya participado en una superproducción acaparando un gran tiempo en escena. Y sí amigos, Kevin J O’Connor (Igor) es el compañero traidor de Brendan Fraser en The Mummy. Para que se vea que si algo respeta Sommers, es la amistad.

Uno de los mayores entretenimientos que ofrece la película es el de ir encontrando todos los homenajes (seamos bondadosos y olvidemos la fea palabra “plagio”) que Sommers mete a lo largo del metraje. El filme comienza con una gran escena en blanco y negro que evoca al clásico de Fankenstein, con ese mítico molino en llamas que ya homenajeó Tim Burton en su Sleepy Hollow. El valor que tenía Burton es que su película, pese a ser de igual género, era de distinta temática. Aquí Sommers simplemente plagia (vaya, ya lo he dicho) la escena completa, metiéndola con calzador en su historia. Si a esto le sumamos continuas referencias a Indiana Jones (el mapa de los viajes, el momento en el que Jackman pone el sombrero a nuestra Kate, la estética del propio Van Helsing, esos balanceos en la cuerda – látigo) y guiños a éxitos como el Señor de los Anillos (con el diseño de columnas y puentes en la guarida del Conde), la Liga (ese Mr Hyde mejorado), Matrix (giros acrobáticos en el aire), Star Wars (Los Duerguis no son más que versiones impías de los amigables Ewoks) y James Bond (ese taller de armas en el que sólo faltaba un “No toque eso, señor Bond” y sobraba el musulmán electrocutado), empezamos a ver que Sommers nos está timando. Y si aún no estábamos seguros, ahí tenemos el final Rey León que lejos de conmover, da risa, pena y algo de rabia.

De la música se encarga Alan Silvestri, creador de temas tan conocidos como el de Depredador, Regreso al Futuro, Forrest Gump o Náufrago. El músico se dio a conocer de la mano del gran Robert Zemeckis, del que es compositor habitual. Sin embargo Silvestri ha caído en las redes de Sommers (que tuvo en la Momia a su lado al mítico Jerry Goldsmith) para el que crea una banda sonora en principio atractiva, pero cuyo tono monotemático y repetitivo acaba por resultar una lacra demasiado grande para que la música no termine por resultar estridente y aburrida. A la altura de la película.

O.K: La sublime belleza y el intento de buen hacer de Kate Beckinsale.
El Mr Hyde mejorado respecto al de la Liga.
La fuerza visual del conjunto de la película gracias a su fotografía y efectos especiales.
El interesante comienzo en blanco y negro.
El entretenimiento que ofrece.
Que desde el principio se advierta el tono paródico.

K.O: La nulidad narrativa.
El guión (aún no se ha determinado si lo hay).
Que los diálogos más inteligentes sean los de Frankenstein (el monstruo, no el doctor).
Las irrisorias apariciones del personaje de Drácula y sus novias.
Los tópicos y homenajes continuos.
Que Hollywood invierta millones en hacer lo mismo de siempre y no tenga dinero para apoyar obras más impactantes de los nuevos talentos.

Conclusión: Van Helsing es una película mala y únicamente recomendable para ver con los amigos en un día de lluvia, en el que no pongan nada por la tele y no tengamos un buen libro o cómic que leer. El único fin es pasar un buen rato riéndose de la parodia permanente que es la obra de Sommers, y si uno se deja el cerebro (ya que no se espera un reto intelectual) y el corazón (el dramatismo es nulo) en casa puede que llegue a pasar un buen rato.

Se prevé que Van Helsing sea un éxito comercial y que destroce la taquilla (este es el resultado imprescindible a la ecuación del SECRETO), pese a que el estreno de Troya le puede causar serios estragos. Esperemos que con el dinero que ganen se hagan tres o cuatro películas pequeñas de bajo presupuesto pero plagadas de talento, y no una secuela (previsible) de semejante monstruo. En fin, que si Bram Stoker levantara la cabeza, Stephen Sommers enviaría a su Van Helsing para que se la volara.